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El extraño caso de la finca "El Pino"

Capítulo 1. La tierra del muerto

Era una noche oscura, el cementerio parecía cobrar vida. Marlene, quien rondaba los cuarenta años, iba vestida con pantalón y saco oscuros para camuflarse entre las sombras, tal y como le dijo el brujo que hiciera. Después de revisar a lado y lado de la calle y cerciorarse que nadie la estuviera observando, se introduce hábil y clandestinamente en la ciudad de los muertos. En su brazo derecho lleva un costal de lona blanca y en el izquierdo un celular. Al entrar siente un escalofrío que le recorre todo el cuerpo y la paraliza por un instante, respira profundo y con su valor renovado camina entre las tumbas, buscando la más fresca.

Recorre los laberintos que crean las bóvedas de los fallecidos. Con la luz tenue de su celular, atraviesa esa espesa oscuridad que le produce una sensación de asfixia por momentos. Luego de atravesar los panteones, llega a la morada final de un hombre anónimo al que enterraron ese mismo día, tal cual como el hechicero había mencionado.

Ella, se arrodilla, y en voz baja, recita una oración anotada en un viejo papel que el mismo brujo le había entregado con antelación, se santigua y paso seguido, abre su lona blanca, la llena con la tierra del muerto hasta un cuarto de su capacidad, la amarra rápidamente y se levanta; pero en el mismo instante en que lo hace, siente una extraña fuerza que la empuja hacia la tumba, y un aterrador eco que reclama lo que le pertenece de vuelta. El horror se apodera de su cuerpo, empieza a temblar, trata de gritar, pero no puede emitir ningún sonido. Toma nuevamente la oración con sus manos temblorosas y haciendo un esfuerzo casi sobrehumano, logra decir las palabras secretas garabateadas en ese viejo papel.

Se siente liberada por un momento y con lágrimas en los ojos, corre con el terror absoluto del que es perseguido ´por un fantasma. Durante su carrera, se tropieza con una lápida en ruinas y cae, la lona con la tierra queda a un lado. El sombrío eco se acerca, se levanta un poco adolorida e intenta tomar la tierra, pero no puede levantarla -pareciera como si pesara una tonelada-. Las voces se acercan; y justo cuando está a punto de desistir, se percata que la lona está enganchada con los hierros retorcidos de la tumba con la que tropezó, la desenreda y sale a toda prisa del cementerio. Una vez afuera, las voces cesan, ella cae en sus rodillas tratando de recuperar la respiración y temblando descontroladamente.

Escrito por: Javi Moreno




 
 
 

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